El teatro brilla hoy en las noches de la avenida 9 de Julio, pero también encierra todavía algunos problemas sin resolver.
Alejandro Cruz
LA NACION
Hoy se cumplen seis meses del 24 de mayo, cuando el Teatro Colón reabrió sus puertas en medio de una velada glamorosa en la que demostró buena parte de su poderío artístico. En ese lapso, las fotos más esplendorosas y las críticas más
elogiosas contrastaron con funciones suspendidas, demandas judiciales y huelgas, como si la gran sala todavía no estuviera en condiciones de retomar el destino histórico que su arquitectura expresa con tanta nitidez.
En esta especie de balance, hay que reconocer que si para cualquier mortal mudarse de un simple departamento es una experiencia traumática, volver a mudar y poner en funcionamiento una verdadera fábrica de ficción de 58.000 metros cuadrados con casi mil empleados es, de por sí, una tarea maratónica. Desde esa perspectiva -más allá de los reparos, cuestionamientos internos y la duda que queda flotando sobre la manera en que se preservó el tesoro artístico del Colón-, el teatro volvió a ponerse en movimiento gracias al esfuerzo de cada una de las partes y gracias a la decisión política del gobierno actual.
En la reciente presentación que Pedro Pablo García Caffi -director general del Ente Autárquico Teatro Colón- hizo ante la Comisión de Cultura de la Legislatura porteña para defender el presupuesto del año próximo, trazó un balance del año. En ese marco sostuvo que se habían hecho 183 funciones desde la reapertura. "Se pasó de 24 en 2008 y 75 en 2009 a 183", dijo. En parte, las mismas cifras que reitera en la columna escrita para esta misma producción.
Claro que para comparar realidades semejantes habría que contrastar la temporada actual con la última en la cual el edificio del Colón estuvo abierto. En función de esos recortes -y tomando en cuenta que la temporada de 2006 comenzó en marzo y la actual, a fin de mayo- en la última gestión de Leandro Iglesias-Marcelo Lombardero se hicieron 133 funciones de producciones propias en el Colón, mientras que en la actual se harían 112 sobre un total de 131 anunciadas. El uso del condicional responde a que ese número puede disminuir si los reclamos gremiales modifican el fin de la actual temporada, que se completa con Falstaff, de Verdi (a partir del sábado), y algunas funciones de la Filarmónica.
Este simple parámetro -cantidad de funciones- refleja a la vez la potencia productiva del teatro (que incluyó a Daniel Barenboim con su West Eastern Divan Orchestra y a Yo-Yo Ma; y producciones sumamente elogiadas como fueron las dos versiones -una lírica y otra en ballet- de Manon) y la variedad de funciones y títulos suspendidos -19 y 2, respectivamente- por conflictos internos.
El primer síntoma de cierta anomalía lo hizo público Ricardo Bartis cuando renunció a estrenar El box en el CETC porque consideró que no estaban dadas las condiciones internas. Con el tiempo, sea por reclamo de mejores condiciones laborales o por problemas salariales, se levantó la temporada de ballet y se suspendieron varias funciones, con los lógicos problemas que esto generó en los abonados (recién ayer comenzó a devolverse el importe de las entradas del ballet).
En otro orden de cosas, el presupuesto de este año fue de 142 millones de pesos. Según sostuvo el ex integrante del Cuarteto Zupay, se recaudaron $ 37.300.000 por venta de entradas (que sufrieron un considerable aumento de precio) y unos $ 2.900.000 por patrocinios. En términos porcentuales, y según apuntó el propio García Caffi, este año el Colón habría recaudado por venta de entradas un 33 por ciento de su presupuesto. En 2006, según datos oficiales de la época, ese porcentual llegaba al 20,2.
Los ecos del Master Plan
La obra de restauración y renovación tecnológica de la sala cosechó aplausos, gestos de admiración e infinidad de fotos que dieron la vuelta al mundo. Algunos especialistas en preservación también hicieron públicos sus reparos, mientras que otros hablaron maravillas sobre el trabajo realizado. El tema acústico, una de las áreas más sensibles, fue sumamente elogiado por los artistas que actuaron allí. En contraposición, el piso del escenario, tema fundamental para los bailarines, no encuentra aún una respuesta satisfactoria. De hecho, es el motivo principal y punta de lanza del constante reclamo de los integrantes del Ballet Estable. Para sumar tensión, la mayoría de ese sector tiene una complicada relación con Lidia Segni, la directora del Ballet.
Detrás de la variedad de quejas (muchas de ellas judicializadas con resultados desfavorables al gobierno), hay un clima de tensión entre García Caffi y los trabajadores, estén ellos amparados por estructuras gremiales (ATE es la entidad más visible) o no (caso bailarines). Para el director de la sala, ellos son los responsables del boicot a las actividades. En su interpretación, ese boicot o "piquete" está a cargo de un grupo no mayor de 40 personas. "Seamos claros: unas 30 o 40 personas no pueden parar un teatro. Sí pueden parar una sección, pero no un teatro como el Colón. Eso es una fantasía del gobierno", suele contestar José Piazza, delegado de la sala.
Algunos de esos reclamos, como el pedido de un aumento salarial o el tema de la jubilación de los bailarines, exceden a la dirección del Colón; necesitarían respuestas políticas y una legislación acorde con la especificidad de la tarea.
Los hechos señalan que, desde que el personal volvió a la sala, no se han dado las condiciones para encauzar los reclamos, aunque el propio García Caffi reconoció, en parte, la legitimidad de las demandas. De hecho, en la reciente reunión que mantuvo con los diputados, dijo: "Me encantaría que haya un aumento porque lo necesitamos todos y cada uno de los trabajadores, incluyendo su director general", "[las condiciones de los trabajadores] se han mejorado muchísimo, pero están lejos de ser las ideales" o "en este caso [en referencia a los reclamos de los bailarines], hemos dado muestras de que no hemos sabido, ni ellos ni nosotros, solucionar el problema".
Lo cierto es que, a medida que fueron pasando los meses, los conflictos internos se agudizaron hasta alcanzar picos extremos. De hecho, hasta pasado mañana rige la conciliación obligatoria establecida por la Subsecretaría de Trabajo.
A lo largo de este año, los trabajadores constantemente denunciaron la falta de diálogo con el director del teatro. La misma falta de diálogo que le reclamaron a García Caffi los legisladores de la oposición en la reunión de principio de mes.
Durante estos seis meses no se pudo completar el directorio del Ente Autárquico, ya que el representante de los trabajadores sigue vacante porque el número de votantes no superó el piso establecido por la ley. En la mesa de dirección del Ente Autárquico, García Caffi debe acordar con Inés Urdapilleta. Ella es la ex presidenta de la Comisión de Cultura de la Legislatura a quien, sin nombrarla, responsabilizó por no haberle permitido hablar en aquella visita a diputados que terminó entre empujones y gritos.
Por fuera de los cruces internos, la reapertura del Colón se ganó elogios de buena parte de la comunidad artística (Barenboim o Sergio Renán, por citar a algunos). Al mismo tiempo, otras voces (como Iñaki Urlezaga y Aleth Francillon, la repositora de la Fundación Nureyev) han criticado duramente a la dirección. Durante buena parte del año el director del Colón vino manteniendo silencio, que rompió hace pocas semanas.
Las fotos de la reapertura ganaron las primeras planas. La foto actual, en medio de una conciliación obligatoria, tiene otras cualidades. Las dos forman parte de una misma realidad en un conflicto que un telón (sea el diseñado por Guillermo Kuitca o el llamado histórico) no puede disimular.
UN AÑO EN CIFRAS
· Cantidad de funciones. Cuando se anunció la programación de este año, el listado incluía 131 representaciones de montajes propios que iban a tener lugar en el teatro. Por problemas internos, hasta el momento, no se pudieron concretar 19. El número total es inferior a la última temporada del Colón, la de 2006, cuando funcionó en su edificio.
· Venta. Según información oficial, hasta el momento se vendieron 184.793 tickets y se entregaron 28.800 para las 14 funciones gratuitas.
· Ejecución presupuestaria. De los 142 millones que contó este año, la ejecución del monto ronda el 80 por ciento, según parámetros evaluados a principios de este mes.
· Perspectivas. De ser aprobado, el Colón pasaría de manejar 142 millones anuales a 185 para la temporada próxima.
CON LA MIRADA PUESTA EN 2011
La temporada del año próximo comenzará con los catalanes de La Fura dels Baus. Será el mismo año en el que se conocerá el telón diseñado por Guillermo Kuitca y Julieta Ascar y el mismo año en el que Sergio Renán volverá al teatro que él supo dirigir en dos oportunidades. "Para 2011 alcanzaremos la mejor programación que ha tenido el teatro en su historia de 100 años", se entusiasmó Pedro Pablo García Caffi en la reunión ante los legisladores. En sus planes, piensa pasar de un presupuesto de 142 millones de pesos anuales a 185. Claro que la última palabra la tendrán los legisladores y los acuerdos políticos. "El Colón se compromete a generar ingresos por 45 millones en concepto de venta de abonos y de entradas en general, y de un plan de patrocinio para nuestras actividades culturales", prometió en esa reunión. Un cálculo que, de resolver los conflictos internos en la sala, puede ser posible, pero el pronóstico es sumamente reservado si a lo largo del año próximo la autoridades y el gobierno porteño no resuelven los conflictos internos.