Juan Yáñez
La noche de
ayer, el viernes 11 de octubre de 2013, nos deleitamos, una vez más, de un
concierto de excelente ejecución, tal como nos tiene acostumbrados nuestras
orquestas sinfónicas.
Lucieron los integrantes de la mayor, la que
conocemos, como la del Estado Guárico,
como la Juvenil ,
quienes al unísono se presentaron en el Centro Cultural Simón Bolívar de San Juan de los Morros.
La
programación, exigente y estupendamente ejecutada por unos incansables músicos,
plenos de virtuosismo y entusiasmo que dieron todo de sí y mostraron como se
hace música de primer nivel en una pequeña ciudad, que envidiaría a otras de
mayor importancia y tradición musical. Decimos esto con el mayor orgullo y a la
vez con la humildad más sincera, porque merecen nuestros músicos el
reconocimiento y el aliento por su dedicación y talento.
Se
dio comienzo con uno de los más hermosos conciertos para violín que se han
escrito: El Concierto para Violín Nº 1 de Max Bruch, el romántico compositor
alemán, quién estrenara esta obra en 1866. En esta oportunidad la batuta del
maestro Hugo Carrio, impecable y apasionadamente supo trasmitir a sus músicos
el sentimiento que la pieza posee. Aunado a ello, la magistral ejecución del
solista invitado, dueño de un depurado dominio del violín, que nos dejó maravillados, el Lic. Felipe Rodríguez, un llanero de
Calabozo, quien comenzara en la Orquesta Sinfónica Infantil y Juvenil “Antonio Estévez” en su
ciudad natal y posteriormente completara su formación con otros reconocidos
maestros venezolanos y del exterior. Actualmente integra la Sinfónica Simón
Bolívar de Venezuela con la que se ha presentado en gran número de países del
mundo.
Se
finalizó la velada con la 4ta. Sinfonía
de Tchaikovski, obra de difícil factura, con una ejecución inmejorable, fruto
del tesón y esfuerzo del maestro Carrio y sus jóvenes músicos, que fuera
largamente ovacionada, a pesar de tantas butacas vacías en esa excelente sala.
Pensamos que todos aquellos que aquí vivimos, que aquí trabajamos, que aquí pasa nuestra vida con sus inevitables
“bemoles” y también sus bienvenidos
“sostenidos”, tenemos moralmente un ineludible deber: No ser
indiferentes, menos aún indolentes y despreocupados
ante esta manifestación cultural tan admirable, la más importante de nuestro
estado, que además tiene su sede principal en nuestra ciudad.
Correcto
será aunar voluntades, organizarnos,
informar con la mayor perseverancia posible, para dar a conocer y
también despertar en todos los sanjuaneros el interés por la música académica y
lograr una apropiada asistencia a los conciertos, que dicho sea de paso son absolutamente
gratuitos.