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domingo, 23 de abril de 2017

Prokofiev, Sergei Sergeievich (1891-1953).


              En ocasión de cumplirse un nuevo aniversario del nacimiento de
Sergei Sergeievich Prokofiev, nuestro blog rinde un humilde homenaje al músico, quien merece recordarse como uno de los grandes de la música universal.

Fuente: http://www.mcnbiografias.com

Prokofiev, Sergei Sergeievich (1891-1953).
Compositor, director de orquesta y pianista soviético ruso, nacido el 23 de abril de 1891 en Sontzovka, muy cerca de Yekaterinoslav (hoy Dnipropetrovsk, Ucrania) y fallecido el 5 de marzo de 1953 en Moscú.
Recibió las primeras lecciones de piano de su madre y ya a los nueve años había compuesto una pequeña ópera en tres actos titulada Velikan (El Gigante). En 1902 comenzó a estudiar música de forma privada con el pianista y compositor Reinhold Glière, quien le enseñó teoría musical, composición, orquestación y piano. Dos años más tarde ingresó en el Conservatorio de San Petersburgo para estudiar con Anatoly Liadov, Rimski-Korsakov y Tcherepnin entre otros. Más tarde cursó estudios de formas musicales con Vitols y tuvo la oportunidad de conocer al también compositor Nicolai Miaskovski, con quien trabó una profunda amistad. En 1909 finalizó sus estudios de composición, pero siguió estudiando piano, ya que su intención era llegar a ser concertista de este instrumento. Sus profesores fueron Alexander Winkler y Anna Yesipova.
Durante sus años como estudiante escribió algunas composiciones que después formarían parte de su obra adulta, como la Sonata en Fa menor para piano de 1907, que después pasaría a ser su Primera Sonata op. 1; o su Sinfonietta en La mayor de 1909, que tras una revisión se convirtió en el op. 5.
Su primera aparición como concertista en Moscú tuvo lugar en 1910, en un concierto cuyo programa incluía su Sonata op. 1, entre otras obras. En esa época participó también en las veladas de música contemporánea que se celebraban en San Petersburgo. Allí pudo estrenar varias de sus piezas para piano, gracias a las cuales adquirió fama de innovador. También en la primera década del siglo XX, Prokofiev logró publicar su Sonata op. 1 y las Cuatro piezas op. 3 para piano con el editor Boris Jürgenson, si bien en lo sucesivo sus obras serían publicadas por Gutheil.
Tras el estallido de la Revolución Rusa, Prokofiev decidió trasladarse a los Estados Unidos de América, donde llegó en septiembre de 1918. Ese mismo año dio un recital de piano en Nueva York en el que interpretó sus propias obras. Prokofiev esperaba encontrar en América el gran éxito del que gozaban otros compositores e intérpretes rusos como Rachmaninov y, aunque no lo consiguió, sí que llegó a participar activamente en la vida musical norteamericana. Prueba de ello es el encargo que le hizo en 1919 el ensemble judio Simro para escribir la Obertura sobre temas hebreos op. 34 para clarinete, cuarteto de cuerda y piano, que se estrenó en Nueva York al año siguiente; así como el estreno de su ópera El amor de las tres naranjas (Chicago, 1921).
En 1922 se trasladó a una tranquila zona del sur de Alemania, no lejos del monasterio de Ettal. Allí comenzó a escribir El ángel de Fuego op. 37, ópera que no se estrenó completa hasta 1954, después de la muerte del compositor. En 1923 contrajo matrimonio con la cantante española Carolina Codina (1897-1989), cuyo nombre artístico era Lina Llubera. Ese mismo año, Prokofiev se trasladó a París junto con su esposa. Allí tuvo lugar el estreno absoluto de su Concierto para violín nº 1, con Koussevitzky al frente de la orquesta. El concierto fue duramente criticado por los compositores franceses del Grupo de los Seis. Mejores críticas obtuvo con obras como la Scythian Suite, estrenada en París al año siguiente, o la ópera El Jugador, cuya primera representación tuvo lugar en Bruselas en 1929.
Ya en 1927 se produjeron sus primeros acercamientos a la Unión Soviética tras realizar una gira de conciertos por varias ciudades como Leningrado, Kiev o Moscú. Asimismo, su ópera El amor de las tres naranjas empezaba a programarse con frecuencia en los escenarios soviéticos. Esta aproximación provocó su traslado definitivo a la Unión Soviética junto a su mujer e hijos en 1936, si bien continuó viajando al extranjero hasta 1938, fecha en la que le fue retirado su pasaporte. Durante la Segunda Guerra Mundial fue evacuado a Georgia y a Kazajstán, y regresó a Moscú en 1943.
En 1948 se acusó a Prokofiev y a otros músicos soviéticos de producir obras “de tendencias antidemocráticas”, y fue necesario que el compositor redactara una carta de autoinculpación frente a este hecho. Ese mismo año se produjo el arresto de su mujer Lina Llubera, a quien Prokofiev había dejado en 1941 para irse a vivir con la escritora Mira Mendelson. Llubera pasó ocho años en campos de trabajo y falleció en Londres en 1989.
A pesar de las presiones sufridas por el gobierno de su país, Prokofiev continuó componiendo obras como los ballets Romeo y Julieta, Cenicienta o La flor de piedra, además de escribir música para el cine. Famosa es su banda sonora para la película Alexander Nevsky (1938), de Sergei Eisenstein. Como reconocimiento a su obra musical, el gobierno de su país le concedió diversos galardones, entre los que se hallan el Premio del Estado (1943, dos veces en 1946, 1947 y 1951), Artista del Pueblo de la Federación de Rusia (1947) y el Premio Lenin (en 1957, a título póstumo). Su fallecimiento se produjo en Moscú el día 5 de marzo de 1953 (el mismo día que Stalin), durante los ensayos de su ballet La flor de piedra, que se estrenó un año más tarde.
Obra
Prokofiev bebió directamente de las fuentes de la tradición romántica rusa, si bien decidió llevarlas al extremo y, en cierta manera, caricaturizarlas. De ahí el nombre burlón de ciertas obras suyas como Sugerencia diabólica o Sarcasmos. Fue también en ocasiones un compositor tradicionalista de tendencias neoclásicas, aunque se unió al movimiento modernista de la segunda década del siglo XX.

Su Concierto para piano nº 1 de 1912 es su primera obra verdaderamente madura, en opinión del propio compositor. En él ya se dejan ver rasgos que posteriormente serían característicos de Prokofiev: la economía formal y de textura y un ritmo punzante y marcado. Su interés por mostrar una expresividad musical sencilla y melódica le hizo volver la mirada hacia las formas del clasicismo. Esto se deja ver sobre todo en su Sinfonía Clásica de 1917, que posee gran influencia del estilo musical de Haydn, además de estar compuesta para una plantilla orquestal reducida, propia de finales del siglo XVIII.
Durante el tiempo que residió en los Estados Unidos compuso algunas obras de gran importancia, como su ópera El amor de las tres naranjas op. 33, basada en la obra del mismo título de Carlo Gozzi. La ópera, compuesta en 1919, es un drama de argumento ruso pero de lenguaje musical cosmopolita, con algunos elementos que parodian la ópera tradicional. Los personajes, muy numerosos, proceden de cuentos de hadas y están vinculados a la tradición de la commedia dell'Arte italiana.
Su estancia en la capital francesa trajo consigo cambios en su estilo musical, que se volvió más disonante y complejo. Allí compuso obras como el Quinteto para viento y cuerda (1924) o su Segunda Sinfonía (1925).

A partir de su regreso a la Unión Soviética, y fruto de las presiones que sufría por parte del régimen comunista, su obra se volvió más sencilla, conservadora y popular, acorde con la ideología oficial del partido que requería una música adecuada para un público mayoritario. Un ejemplo de esta nueva tendencia se encuentra en su cuento musical Pedro y el lobo (1936), o en la suite orquestal El teniente Kijé, de 1934. Sus últimas óperas, como Semyon Kotko (1939) o Betrohal en un Monasterio (1941), no fueron estrenadas de inmediato debido a objeciones ideológicas. En cambio Guerra y Paz, basada en la novela de León Tolstoi, fue y sigue siendo una ópera muy bien acogida en los escenarios de todo el mundo

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