Más de 700 chicos
del los cinco continentes participaron de la tercera edición de "Iguazú en
concierto", el impresionante festival de orquestas infanto juveniles que
cerró el sábado.
POR IVANNA
SOTO - CLARÍN Enviada especial a Iguazú
OCTAVA MARAVILLA.
El epílogo de la tercera edición de Iguazú en Concierto, al pie de las
Cataratas.
Tras una seguidilla
de días nublados, el sábado salió el sol en Iguazú. No podía aguarse la fiesta
de la inauguración oficial de Cataratas como una de las siete maravillas del
mundo y mucho menos frustrarse el majestuoso epílogo de la tercera edición de
Iguazú en concierto, con 700 chicos de todo el mundo tocando y cantando en el
escenario del Parque Nacional. Con músicos de Argentina, Paraguay, Brasil,
Trinidad y Tobago, Ecuador, Estados Unidos, Francia, Rusia, Angola, China,
Corea y Australia, en ese marco paradisíaco, la belleza de Cataratas fue
también musical.
No es casualidad
que la temática del gran concierto final del festival se haya inspirado en
clásicos cinematográficos, ya que el padrino de esta edición fue nada menos que
Gustavo Santaolalla, dos veces ganador del premio Oscar por su labor de
compositor musical. "La música se maneja con melodías, ritmos y sonidos, y
la vida en general también se maneja así", dijo Santaolalla. Así, mientras
caía noche sobre la explanada del Hotel Sheraton, al ritmo de las cataratas se
sumó un repertorio de películas: desde Fantasía, Perfume de mujer, El
padrino, La pantera rosa, Titanic,Diarios de motocicleta -"De
Ushuaia a la Quiaca", con Santaolalla como solista- yPiratas del Caribe,
entre otras. Todo luego de cinco noches ininterrumpidas de conciertos en
anfiteatros y hoteles, con entrada libre y gratuita, hasta llegar al magnífico
concierto desplegado sobre la tierra colorada frente a la nueva séptima
maravilla del mundo.
Para la selección,
Andrea Merenzon, directora artística del festival, escuchó orquestas, coros y
solistas en vivo y en directo, y muchos otros vía Youtube. Y el resultado fue espectacular.
"Todos tienen que tener muy buen nivel y algún toque atractivo que tenga
que ver con la multiculturalidad que enriquezca el festival", explicó. Una
vuelta de tuerca respecto del año pasado hacia una selección multiracial. Así,
aclaró, este festival no es de orquesta infanto-juvenil, sino una mezcla con un
festival de world music, ya que el objetivo es mostrar a través de los niños
las músicas de diferentes regiones.
"La música es
una herramienta de contención más allá de las condiciones sociales de los
chicos", aseguró Merenzon, integrante de la orquesta Filarmónica del
Teatro Colón de Buenos Aires desde 1987, que colabora con distintos proyectos
sociales de inclusión desde la música. De ahí que sean muchas las orquestas
gestadas con fines sociales. Entre ellas se destaca la Orquesta Nacional
Infantil del Sistema de Orquestas Infanto Juveniles de Argentina (SOIJAr), que
promueve el sistema de creación de orquestas como herramienta de educación y
promoción sociocultural en distintas provincias del país, inspirado en el
modelo venezolano gestado por José Abreu hace tres décadas. "Ya es parte
de mi vida y es lo que voy a ser en el futuro" dijo Iván Gutiérrez, que
toca la viola en la Orquesta Juvenil de Jujuy, parte del SOIJAr.
También se lucieron
los Grillitos Sinfónicos, orquesta anfitriona creada en 2003 en Posadas como
iniciativa de un grupo de padres que quería que sus hijos tocaran el violín.
Hoy son 250 chicos los que integran la orquesta y al festival vinieron los de
la juvenil, con chicos de entre 9 y 18 años. "La música es un lenguaje
universal. Te hace sentir emociones que otras cosas no te hacen sentir",
explicó Mauro Manuel Alvarenga, de 18 años, que toca hace cinco años como
contrabajista.
Otro grupo
destacado fue el seleccionado de 45 jóvenes de entre 10 y 18 años
representantes de la Orquestra de Cordas Instituto Grupo Pão de Açúcar, surgido
de la compañía de supermercados que por el '99 preguntó a sus trabajadores qué
les gustaría que hicieran sus hijos. La respuesta unánime fue
"música". De modo que consiguieron profesores que enseñaran a mucha
gente junta y dieron con el método Jaffé, creado por el violinista Alberto
Jaffé. Ya existía el método Suzuki, para grupos pequeños y un instrumento, pero
Jaffé soñaba con una orquesta que tocara junta desde la primera nota. Así fue
cómo empezó a experimentar allá por 1974, creó su propio método y funcionó.
Durante dos años se enseña el instrumento en un grupo de 45 chicos, que no se
lo llevan a su casa ni toman clases particulares. Van a clases dos veces por
semana y dos veces más cuando forman parte de la orquesta. Así lo contó la
heredera Renata Jaffé, directora artística de la orquesta, que perpetúa el
método en su tercera generación. Daniel Misiuk, director de la orquesta, es su
marido, y juntos tienen un hijo, Leonardo Jaffé, de 14 años, invitado como
solista para tocar el violín.
"La música es
muy importante para mí. Me da muchas cosas en la vida y soy más sensible con
las personas", contó Esmael Da Costa, un angolense de 15 años que toca el
violín. Resulta que este chico es parte de la Kaposoka Orquestra Sinfónica,
integrada por chicos muy pobres. La iniciativa en este caso es estatal. De
lunes a sábados les dan alimentación, vestuario y educación sostenida y el
domingo vuelven a vestirse con su ropa, duermen en el lugar donde viven y comen
o no comen dependiendo de las condiciones familiares. "Es una vuelta a la
realidad y también una forma de que los chicos comprendan que con el estudio
van a tener una mejor calidad de vida", explicó Merenzon.
De Rusia explotó el
S.W.I.M. Jazz Quartet, integrado por cuatro estudiantes de la Escuela de Jazz
"Kim Nazaretov" para menores de 15 años, única en Europa. Sergey,
Wlad, Ilya y Mikhail, de 13 y 14 años, llevan tocando juntos más de seis años.
"La música es todo para mí", cuenta Ilya, que compró a un público de
más de tres mil personas en el concierto al aire libre que se llevó a cabo en
el anfiteatro local con su virtuosismo en la batería, teclado y trompeta que
sobrepasa las definiciones. (Ver video)
Además de
orquestas, el Festival contó con la participación de coros y solistas. De
Argentina, se destacaron los rosarinos Guido Gavazza, de 13 años, un virtuoso
del bandoneón, y Manuel Martínez, de 14, un pianista especializado en teclado
en pos de ir hacia géneros como el jazz y el tango. El sábado tocaron juntos el
clásico argentino "Por una cabeza" y "La Bamba". Cuenta la
anécdota que cuando Manuel estaba en el jardín de infantes tenía la fama de
hacer mucho ruido, pero lo hacía con ritmo. Por eso lo mandaron a estudiar
música y eligió el piano porque estaba en la casa de su abuela. Por su parte,
Guido no recuerda cuándo fue la primera vez que escuchó un bandoneón, pero
tiene la certeza de que quedó compenetrado. Así fue cómo ambos empezaron a
estudiar a los cinco años, tocan juntos desde hace tres y es el segundo año que
participan del Festival. También fue impactante el desempeño del australiano
Oscar Han, de sólo 11 años, ganador del Iguazú en Concierto Audition. Premiado
en cada concurso que se presentó, toca el violín como los dioses y se lució con
el clásico del compositor italiano Nino Rota para El Padrino. Otra niña
prodigio es Yeon-Su Nam, de 13 años, que toca el oboe desde los 9 y emocionó al
público con "El oboe de Gabriel", compuesta por Ennio Morricone para La
misión, filmada en el mismo espectacular escenario.
Así, con sus
remeras inspiradas en la flora y fauna de la selva misionera, diseñadas por los
Hermanos Estebecorena, el colorido muticultural fue impactante. "Acá
conocés a un montón de gente de otro lado", contó Gabriel Di Paolo, del
Coro Canto Libre, de Santa Fe, mientras tocaba la guitarra con un grupo de
franceses. "No sé nada del idioma, pero nos entendemos a través de la
música", dijo. Un lenguaje universal.
Los chicos tocaban,
hablaban y se sonreían. Se comunicaban con la mirada, con los instrumentos, con
la pasión compartida. "La música es un medio de comunicación",
aseguró Alice Ratsimba, que toca el piano en la orquesta Petites Mains
Symphoniques, de Francia. "Es una forma universal de expresión,
independientemente del idioma que hables", dijo Spencer White, de 16 años,
del Texas Boy's Choir, reconocido por Igor Stravinsky como el mejor coro de niños
del mundo. "Cuando toco mi instrumento, me siento feliz", añadió con
una sonrisa Chen Xin, que toca el violín chino y antes de escribir su nombre de
esta forma lo hizo en ideogramas chinos sobre el papel, para poder traducirlo.
Con los demás chicos no fue necesario, con su violín les contó todo lo que
hacía falta.
Este desfile de
virtuosismo cerró oficialmente con "La Bamba", dirigida por Merenzon.
Pero la música no cesó hasta mucho tiempo después cuando, ya de noche, los
chicos seguían tocando y cantando ya lejos de las partituras, en conjunto y por
grupos, contagiando toda su alegría, talento y pasión. La viva imagen del arte
por el arte.
EL BLOG OPINA
La
música es la herramienta más adecuada para lograr la integración. Es además
inspiradora de todo lo necesario para compartir y alcanzar la armonía entre los
hombres. Este concierto es una prueba de ello. Sin duda, el futuro acaba de
comenzar con este presente maravilloso. ¡Viva la música! ¡Viva la amistad!