la musica es el arte que más se identifica con DIOS.

BLOG de Juan Yáñez dedicado a la música. Para entendernos mejor, hablemos musicalmente...

jueves, 26 de diciembre de 2013

Gran Concierto por la Paz en San Juan de los Morros

El maestro Jesús Morín ante la Orquesta Sinfónica del Estado Guárico

Juan Yáñez

                                 Brilló nuevamente la MÚSICA -así con mayúsculas- , la más excelsa diva de la Creación, en nuestra capital guariqueña: San Juan de los Morros; el pasado 15 de diciembre del 2013 y tuvo como escenario el Centro Cultural Simón Bolívar, con una obra de hondo significado espiritual y religioso: La Sinfonía n.º 2 en do menor del compositor austríaco Gustav Mahler.

La composición es conocida  como Auferstehung (Resurrección en alemán), y que corresponde a una  musicalización de la oda del mismo nombre, escrita por Klopstock, el poeta lírico germano, que fuera compuesta entre1888 y 1894 y tiene un final coral, a semejanza de la Novena Sinfonía de Beethoven.

La interpretación fue una muestra más de la calidad la música académica venezolana y se distinguieron los prestigiosos músicos de tres instituciones  de nuestro estado: La Orquesta Sinfónica del Estado Guárico, la Orquesta Sinfónica de la Juventud Guariqueña “Antonio Estevez” y el Coro Sinfónico Juvenil del Estado Guárico.
Además intervinieron como invitadas especiales, dos distinguidas damas, eximias cantantes líricas del Sistema, que nos emocionaron con unas voces de una calidad exquisita,  las señoras Marilyn Angélica Vitoria Peláez, (contralto) y Zaireth Margarita Pérez Huérfano, (mezzo soprano). Todo ello bajo la inmejorable dirección orquestal del maestro Jesús Morín.

La obra:

La sinfonía nº 2 de Mahler es una composición de compleja ejecución, compuesta para una gran orquesta sinfónica, un coro mixto, dos solistas femeninos y un conjunto fuera de escena de metales y percusión. (Así fue presentada en esta oportunidad). Consta de 5 movimientos: el primero representa un funeral donde surge la duda: "¿Hay vida después de la muerte?"; el segundo es una alegoría a los tiempos felices que se han vivido; el tercero representa la pérdida de la fe y la consideración de la vida terrenal como un absurdo; el cuarto se ocupa  del renacimiento de la fe y la vigencia de Dios y el quinto el reconocimiento absoluto de la vida después de la muerte, lo que da nombre a la obra: La Resurrección.

Una inolvidable tarde-noche dominical, en que se disfrutó de una excelente música, en la que asistió mucho público, pródiga en emociones, largos y merecidos  aplausos. También se entregaron reconocimientos a los miembros de las orquestas y coro, por el Día del Músico, entre ellos, a la incansable pionera de la formación del Coro Sinfónico del estado Guárico, la Maestra María Contreras y otros relevantes miembros del mismo.

Necesario es destacar la feliz iniciativa del título del concierto. A propósito de ello, reconocer el oportuno contenido de las precisas y conciliadoras palabras del Maestro Jesús Morín al finalizar el concierto, refiriéndose a  su perspectiva, que se fundamenta en la música y se proyecta más allá, hasta alcanzar una paz social estable, en pro del entendimiento tácito entre distintos grupos, clases o estamentos sociales o políticos  para el logro de una Venezuela unida y sin fracturas.


También fue homenajeada la profesora Elisa Pineda de Belisario quien fuera la presidente de la Fundación Orquesta del Estado Guárico, más recordada  y querida. Ya para finalizar no nos queda más que ratificar que sin lugar a dudas fue uno de los conciertos, mejores logrados del año 2013, más reveladores del esfuerzo mancomunado del Sistema creado por el maestro Abreu, de reconocida excelencia en la música sinfónica del mundo entero y exquisitamente mostrado en esta oportunidad, donde se hizo una vez más, evidente la perseverancia, la constancia, el tesón, unido todo ello al infaltable talento de los músicos de nuestro estado.

sábado, 12 de octubre de 2013

¡Sanjuaneros...!: La mejor música la tenemos aquí...



Juan Yáñez

                                  La noche de ayer, el viernes 11 de octubre de 2013, nos deleitamos, una vez más, de un concierto de excelente ejecución, tal como nos tiene acostumbrados nuestras orquestas sinfónicas.
 Lucieron los integrantes de la mayor, la que conocemos, como la del  Estado Guárico, como la Juvenil, quienes al unísono se presentaron en el Centro Cultural Simón Bolívar de  San Juan de los Morros.

La programación, exigente y estupendamente ejecutada por unos incansables músicos, plenos de virtuosismo y entusiasmo que dieron todo de sí y mostraron como se hace música de primer nivel en una pequeña ciudad, que envidiaría a otras de mayor importancia y tradición musical. Decimos esto con el mayor orgullo y a la vez con la humildad más sincera, porque merecen nuestros músicos el reconocimiento y el aliento por su dedicación y talento.

Se dio comienzo con uno de los más hermosos conciertos para violín que se han escrito: El Concierto para Violín Nº 1 de Max Bruch, el romántico compositor alemán, quién estrenara esta obra en 1866. En esta oportunidad la batuta del maestro Hugo Carrio, impecable y apasionadamente supo trasmitir a sus músicos el sentimiento que la pieza posee. Aunado a ello, la magistral ejecución del solista invitado, dueño de un depurado dominio del violín,  que nos dejó maravillados,  el Lic. Felipe Rodríguez, un llanero de Calabozo, quien comenzara  en la Orquesta Sinfónica  Infantil y Juvenil “Antonio Estévez” en su ciudad natal y posteriormente completara su formación con otros reconocidos maestros venezolanos y del exterior. Actualmente integra la Sinfónica Simón Bolívar de Venezuela con la que se ha presentado en gran número de países del mundo.

Se finalizó la velada con la  4ta. Sinfonía de Tchaikovski, obra de difícil factura, con una ejecución inmejorable, fruto del tesón y esfuerzo del maestro Carrio y sus jóvenes músicos, que fuera largamente ovacionada, a pesar de tantas butacas vacías en esa excelente sala. Pensamos que todos aquellos que aquí vivimos, que aquí trabajamos,  que aquí pasa nuestra vida con sus inevitables “bemoles” y también sus bienvenidos  “sostenidos”, tenemos moralmente un ineludible deber: No ser indiferentes, menos aún indolentes  y despreocupados ante esta manifestación cultural tan admirable, la más importante de nuestro estado, que además tiene su sede principal  en nuestra ciudad.

Correcto será aunar voluntades, organizarnos,  informar con la mayor perseverancia posible, para dar a conocer y también despertar en todos los sanjuaneros el interés por la música académica y lograr una apropiada asistencia a los conciertos, que dicho sea de paso son absolutamente gratuitos.

sábado, 27 de julio de 2013

BRILLÓ NUEVAMENTE LA MÚSICA SINFÓNICA EN SAN JUAN DE LOS MORROS




Juan Yáñez

                                  Una magnífica velada musical se escenificó la noche del pasado viernes 26 de julio en el Centro Cultural Simón Bolívar, con la cálida presencia y el brillante sonido de nuestros orgullos regionales más apreciados: La Orquesta Sinfónica del Estado Guárico y la Orquesta Sinfónica de la Juventud Guariqueña “Antonio Estevez”, presentación que se llevó a cabo en el "Marco del mes del niño" y como cierre de la temporada de conciertos.

 Nuevamente nos deleitaron, esta vez con una maravillosa interpretación de la suite sinfónica “Scherezade” compuesta por Nikolai Rimsky-Korsakov, que nos dejó  deslumbrados a todos los que asistimos. La obra, una exquisita creación del compositor ruso, inspirada en un cuento del antiguo libro “Las Mil y Una Noches”,  que como otros músicos y artistas de la misma nacionalidad le fascinaba el exotismo de las culturas islámicas.

 Todo ello, lo escrito en el pentagrama y lo que no está escrito; es decir, aquello el maestro Morín y sus músicos lograron desentrañar de la inspiración de su autor, quedó evidenciado en la delicada interpretación, de esa recordada noche. Nos emocionó su ejecución, en especial el concertino o primer violín, Jorge Calderón que se lució en su menester como solista y muchos otros, también magníficos músicos, que nos mostraron la donosura o gracia que posee el arte musulmán, la singularidad musical que nos transporta a esa milenaria cultura, particular identidad que se muestra en la suite ejecutada.

Incompleto quedaría nuestro comentario sin reconocerle un altísimo y merecido elogio al maestro Jesús Morín, supremo artífice de ese sonido y conducción sin par de nuestras orquestas. Innegable esfuerzo y voluntad de un director que se ha ganado el afecto y reconocimiento de todos y logrado un lugar de excelencia en la música sinfónica venezolana.

Al comienzo del concierto se lucieron abriendo el programa los músicos del Ensamble de Metales del Estado Guárico, dirigido por profesor Alfredo Alejandro Morales con dos piezas de esa especialidad: “Trompeta voluntaria” de Jeremiash Blazer y “Llegada de un noble maestro”, de Jean Carlos Castro. Ambas obras con una excelente sonoridad e impecablemente dirigidas y ejecutadas.

Luego, como número principal se presentaron ambas orquestas, dirigidas por el maestro Jesús Morín y como anticipó a “Scherezade” se interpretó una escena de la ópera del también compositor ruso, Mijail Glinka: “Ruslan y Liudmila".



Un concierto como pocos, una inolvidable velada musical que contó con un público entusiasta y caluroso que supo reconocer con sus aplausos la labor encomiable por demás, de nuestras instituciones musicales guariqueñas. 

viernes, 5 de julio de 2013

Los 'castrati'... ¿medio dioses o medio hombres?


Amados por el público, ricos, célebres y famosos, fueron los grandes divos de la época barroca. A comienzos del XVIII, unos 4.000 niños eran castrados cada año en Italia

 

Autor: JOAQUÍN ITURRALDE
(tenor del Orfeón pamplonés)

One God, one Farinelli!»... (¡Un Dios único, un único Farinelli!), singular bravo, lanzado desde el fondo de la platea en la presentación del ‘primo uomo’ del momento en el Teatro de la Nobleza de Londres, aquella noche de ópera del verano de 1734, quedará en el tiempo resonando. Sólo unas horas más tarde, un despechado Carlo Broschi – menospreciado por el gran Haendel– increpa a su alter ego ‘Farinelli’ que le contempla con una mirada agridulce desde el otro lado de uno aquellos espejos venecianos, en la intimidad de su alcoba: «Oh, no... ¡Un único Dios y tan solo un castrado!»

Sobre esos dos abismos cabalgaba la vida de aquellos seres singulares, los ‘castrati’– el ‘tercer sexo’ se ha dicho de ellos alguna vez–, que vivían de y por la música en la Europa de los siglos XVII y XVIII: sublimes para la música sobre los escenarios, mutilados en su propia intimidad. ¡Excelsos juguetes rotos!

‘Castrati’, palabra con la que se designará a los cantantes varones castrados antes de la pubertad (después de los 7 años y antes de los 12) para preservar el registro vocal de soprano o contralto. 

¿Cómo pudo llegar a ser normal semejante práctica bárbara? Por más que nunca estuviera permitida, incluso se castigaba con la excomunión, era de la forma más natural consentida, e incluso defendida (‘castrati di Dio’). Presentada muchas veces como reparación de un accidente o una enfermedad... y cumplido el requisito legal del consentimiento de los padres y del propio niño, ¡los números resultaban bastante más difíciles de maquillar! Parece que en 1694 cantaban unos 100 ‘castrati’ en las iglesias de Roma, y en 1780 pudieron llegar a 700. Y hay quien estima que en la primera mitad del siglo XVIII, en algunas épocas al menos, se castraban en toda Italia unos 4.000 niños al año, la mitad de ellos en Nápoles. Si añadimos a ello las precarias condiciones sanitarias de la época, el drama estaba servido: ¿cuántos quedaron en el camino hacia la fama rotos, inútiles, amargados... cuando no muertos? 
Ni la prohibición (de la actuación de mujeres en los actos litúrgicos y sobre los escenarios), ni la tradición (coros de hombres ‘falsetistas’) pueden explicarnos el fenómeno. ¿Cómo pensaba y sentía aquella sociedad?

Si esas voces provocaban tal admiración entre el público de la música barroca fue porque correspondían al gusto de la época por los registros agudos, los únicos que permitían brillar en el canto ornamentado. No era la naturaleza lo que dejaba impresionadas a aquellas gentes, sino todo lo producido por la mano del hombre: desde unos espectaculares fuegos artificiales ¡hasta unos cantantes emasculados! Aunque una belleza singular tenían que tener aquellas voces para justificar su supremacía durante dos siglos. Y la ambigüedad sexual no era, precisamente, uno de sus menores atractivos...

Comenzarán a extenderse por Europa, como una mancha de aceite lo hace sobre el agua, desde oriente y a través de la España mozárabe a partir de la Iglesia de Roma. La incorporación al coro pontificio de la Capilla Sixtina de Francesco Soto y Giacomo Spagnoletto, dos moriscos españoles más que probablemente ‘capones’ –como se les llamaba con un cierto deje zumbón en la España de aquellos días–, será el inicio de una dirección a la que no hubo ya forma de dar marcha atrás. Las voces más monocordes y apagadas, con menos armónicos de los ‘falsetistas’ –hombres que cantaban con su voz natural aflautada, modulada ‘de falsete’, para lo que utilizaban sólo una parte de sus cuerdas vocales como hacen los actuales contratenores– serán sustituidas sin piedad por las voces más aterciopeladas, naturales y brillantes de los ‘castrati’.

Después, con la ópera seria italiana, la propagación adquirirá caracteres de incendio en un pajar. Desde Italia se exportará la música y los cantantante a toda Europa (con la excepción de Francia, donde nunca fueron bien vistos). Y todos los grandes compositores de la época compondrán para ellos: Monteverdi, Haendel, Glück, Scarlatti, Mozart...

El nacimiento de los divos

El castrado Farinelli
Con los ‘castrati’ nació el concepto de divo en la ópera, la divinización del cantante. Su propia condición de androginia parecía hacerlos más cercanos a la divinidad. Por primera vez supo el mundo hasta dónde puede llegar la devoción por el artista. ¿Cómo muchos niños no iban a querer ser como aquellos divos con todo lo que representaba: triunfo, prestigio, dinero, vida social... y hasta amores ardientes? El caldo de cultivo era la extrema pobreza en que vivían y las expectativas que ser ‘castrato’ les ofrecía.

Un mismo tipo de voz, pero voces distintas, cada uno la suya, de registros más o menos amplios, con mayor o menor colorido, agilidad, potencia. Algunos hacían vibrar al público con su asombrosa técnica de la ornamentación, compitiendo incluso con ventaja con los instrumentos de viento, y otros conmovían a su auditorio con la sensibilidad y el patetismo de sus voces y su juego escénico. Pero algo singular había en la voz de todos aquellos ‘castrati’ que conmocionaba...

Cantando Pacchiarotti una noche de 1776 en Forlì, al pedir explicaciones al director de orquesta, interrumpiendo su aria, porque conmovidos los músicos –y no sólo el público – habían ido dejando de tocar recibió como respuesta, entecortada por la emoción: «¡Estoy llorando, señor!...»

La castración no será, pues, sólo un acto quirúrgico: la selección de las mejores promesas, su formación en escuelas y por maestros consagrados a la tarea, los ejercicios de horas, días, años harían de niños como Carlo Broscchi sensibles y divinos virtuosos como Farinelli. Una vez castrado el niño no experimentará muda en su voz: al no descender la laringe, las cuerdas vocales quedan más cerca de las cavidades de resonancia. El sonido de la voz es más claro, más brillante, más cálido porque contiene más armónicos. Un singular desarrollo del tórax propiciado por la falta de hormonas masculinas, unos potentes músculos que les dará su propio crecimiento y un trabajo colosal de ocho horas diarias en las técnicas de emisión y respiración les proporcionarán una hermosa y potente caja de resonancia al servicio de aquellas pequeñas cuerdas vocales. Surge así una voz sensible, de trinidad sublime, diferente de la masculina por su ligereza, su flexibilidad y sus agudos, de la femenina por su brillo, su limpidez y su potencia, y superior a la del niño, con la que conseguirán una expresividad angelical a costa de una personalidad desgarrada.

Entre los muchos anónimos ‘castrati’, y los que quedaron en el camino, algunos pudieron sentirse compensados por la fama y los privilegios. Además del reconocido Farinelli que llegó a ser un personaje importante en la corte española de Felipe V, al que consoló durante años de su melancolía: Siface, que se atrevió a rechazar una invitación de Luis XIV; Ferri, famoso protagonista de intrigas palaciegas; Caffarelli, Velluti, Tenduci... mujeriegos empedernidos, famosos por sus escándalos amorosos; y otros como Senesino, Bernacchi, Pacchiarotti , Guadagni, Marchesi , Crescentini que fueron simplemente ¡divinos!
A finales del siglo XVIII, el surgimiento de las ideas racionalistas así como los nuevos gustos que se imponen en la música (romanticismo) harán innecesarios y arcaicos a los ‘castrati’, quedando reducidos al ámbito eclesiástico en el que nacieron, hasta su extinción definitiva todavía no hace un siglo. El último ‘castrato’, Alexandro Moreschi, moría en 1922. 
El redescubrimiento reciente del Barroco y la puesta en escena de aquellas obras escritas para ‘castrati’ los sacarán de nuevo del armario del olvido, a la par que fomentarán la polémica entre los entendidos sobrecuál sea la mejor opción para sustituirlos. Porque su voz natural, la que intenta reproducir con una mezcla electrónica de una soprano y un contratenor la excelente película que el director belga Gerard Corbiau hizo en 1994 sobre la figura de ‘Farinelli’, ¡ha quedado enterrada en la historia!

Texto: Joaquin Iturralde (Tenor del Orfeón Pamplonés)
Gráficas: www.oakweb.ca    www.laopera.net

viernes, 29 de marzo de 2013

Cuarteto venezolano ofrecerá conciertos en el Festival de Música de Bogotá



                                       Los venezolanos Ismael Campos, Aimon Mata, Alejandro Carreño y Boris Suárez, integrantes del Cuarteto de Cuerdas Simón Bolívar interpreterán obras de Beethoven en el I Festival Internacional de Música de Bogotá que se realizará del 27 al 30 de marzo.
El venezolano Cuarteto de Cuerdas Simón Bolívar se presentará el 28 y 30 de marzo en el I Festival Internacional de Música de Bogotá (Colombia), con conciertos en los teatros Huitaca y en el Centro Comunitario Servitá.
Ismael Campos (viola), Aimon Mata (violonchelo), Alejandro Carreño y Boris Suárez (violines), interpretarán sólo obras de Beethoven el jueves 28, mientras que el sábado actuarán con dos piezas de compositores latinoamericanos.
Los músicos son integrantes principales de la Orquesta Sinfónica Simón Bolívar de Venezuela. Con una trayectoria internacional ascendente, el cuarteto ha realizado presentaciones en en Estados Unidos, Italia y Canadá.
Adicionalmente, en 2012 el Cuartero realizó una exitosa gira por varias ciudades de Japón.
El I Festival Internacional de Música de Bogotá es un espacio que busca la participación ciudadana alrededor de este arte, por eso un coro y cuatro músicos se tomaron la estación de TransMilenio Los Héroes con el fin de mostrar algo de lo que habrá la última semana de marzo.
La cita en la capital colombiana se realizará del 27 al 30 de marzo, con la idea que se convierta desde su inicio en una gran fiesta sonora.
La agenda será exigente porque en esos cuatro días se llevarán a cabo 56 conciertos con más de 420 artistas invitados, interpretando gran parte de la obra del compositor alemán Ludwig van Beethoven.

sábado, 2 de febrero de 2013

La excelencia musical en San Juan de los Morros


El maestro Clamor posando junto a  un joven músico guariqueño
Juan Yáñez 
Publicado en EL REPORTERO de San Juan de los Morros, edición Febrero 2013

               El pasado domingo 13 de enero, San Juan de los Morros se vistió de gala, una vez más musicalmente hablando, con un concierto de especial ejecución que deleitó no solo a los consecuentes y fieles seguidores de nuestra  orquesta sinfónica, sino que  el encanto alcanzara a   muchos sanjuaneros que se animaron a asistir y por los calurosos  aplausos expresados, dieron notoria señal de que nadie salió defraudado.  La sala en la cual se presentó el recital, con un aforo de 600 localidades,  excelente fórum que fuera recientemente inaugurado, luego de adquirido, renovado, condicionado y perfectamente adecuado para actividades culturales,  por la Gobernación del Estado. Ese conocido espacio del que hacemos referencia, está situado en plena avenida Bolívar, donde funcionara durante muchos años el recordado cine Olímpico, hoy forma parte de lo que se dio en llamar “Complejo Cultural Simón Bolívar”, una loable y necesaria institución estadal que corresponderá brindarse al quehacer cultural de todos los guariqueños,  sin mediar ideologías, porque la cultura se desvirtúa y pierde sus cualidades cuando se la contamina con actividades ajenas a ella.  Fue entonces, amables lectores,  que aquella despreocupada y apacible tarde de domingo,  que en el transcurrir de minutos se fuera convirtiendo en noche, donde se hiciera presente la música y con ella brillara el Guárico por entero, gracias al esfuerzo, dedicación y maestría de sus jóvenes músicos. Se aunaron en esta oportunidad, como en otras ocasiones, la “Orquesta Sinfónica del Estado Guárico”, a la par con la “Orquesta Sinfónica de la Juventud Guariqueña Antonio Estévez”. Ambas agrupaciones en un solo ensamble que sumarían más de cien músicos en escena y con un director invitado sumamente calificado, el maestro de origen alemán Thomas Clamor, que perteneciera a la prestigiosa ”Orquesta Filarmónica de Berlín”, entre otras destacadas instituciones musicales.  Desde el año 2002, el maestro Clamor está integrado al “Sistema Nacional de Orquestas Juveniles e Infantiles de Venezuela”. Fue el iniciador de la “Academia de Metales Latinoamericana”,  fundador y director del “Ensamble de Metales de Venezuela”



El programa  escogido contó con piezas de heterogéneo repertorio, en que se destacaron entre otras, obras  del compositor francés, George Bizet. Se ejecutó L´Arlesianne en primer término y luego las “Suites nº 1 y 2, de Carmen”,  siendo esta última magníficamente lograda y  la más acogida por el público. Se incluyó música de cámara, en la que se lucieron como violines solistas, dos adolescentes de la “Antonio Estevez”. La pieza elegida fue  el “1er. movimiento del Doble Concierto de Juan S. Bach”.  Previamente al intermedio se ejecutó el “4to. Movimiento de la Sinfonía Fantastica” de Hector Berlioz, con una excelente interpretación, merecidamente aplaudida. En la segunda parte se interpretó música del compositor norteamericano Leonard Bernstein, que incluyó la “Obertura Cándida” y las “Danzas Sinfónicas” de su clásico “ West Side Story”. Concluyó el programa con una ejecución “de lujo” del famoso “Bolero de Ravel” que generara largos y entusiastas aplausos que dieron lugar al infaltable y gratificante bis que incluyó el “Malambo” de Alberto Ginastera y como broche de oro una excelente versión sinfónica del popular “Mambo Nº 8”, del genial músico cubano Dámaso Pérez Prado, que sonara profusamente en los 50” y que en esta oportunidad entusiasmara al público y músicos por igual. De esta manera queridos amigos ilustramos este recordado concierto  magistralmente interpretado, al que asistiera  numerosa audiencia y  que luciera en una adecuada sala. Evidentemente un merecido y necesario espacio para las presentaciones artísticas y culturales de todos los guariqueños. 



domingo, 27 de enero de 2013

Con el intenso recuerdo de Jaqueline du Pré


Domingo 27 de enero de 2013 | Publicado en edición impresa
Música clásica

La chelista Alisa Weilerstein grabó con Barenboim el Concierto Elgar, famoso por la versión de la esposa del director

Por Daniel Verdú  | El País

  La chelista y el director en plena ejecución de la obra. 

MADRID.- Es imposible escuchar el lamento desgarrador del Concierto Elgar en Mi Menor y no imaginar a una joven Jacqueline du Pré abordándolo. La pieza, compuesta al término de la Primera Guerra Mundial por sir Edward Elgar, alcanzó un renovado esplendor (quizá su máximo apogeo tras su desastroso estreno en 1919) con la soberbia grabación de la británica, 45 años después. Casada con Daniel Barenboim, la gran violonchelista sufrió una despiadada esclerosis múltiple que enterró su fulgurante carrera cuando solo tenía 28 años y su vida a los 47. Igual que el primer movimiento del Concierto Elgar, su figura evoca con el paso del tiempo el recuerdo de una cruel y dolorosa pérdida. Por motivos fáciles de intuir, Barenboim solo había vuelto a tocar esta obra una vez en 30 años: en 1997, con Yo-Yo Ma. Pero eso fue hasta que conoció a Alisa Weilerstein, una joven chelista norteamericana que entonces tenía 28 años, y que había crecido pegada al mismo instrumento y memorizando aquella histórica grabación. "La escuchaba dos veces por día desde que tenía 4 años hasta los 11. A esa edad decidí dejar de hacerlo porque me tenía demasiado obsesionada. Es mi chelista favorita y su grabación para mí es la Biblia. Sin embargo, llegué a un punto en que quería formar mi interpretación individual", explica en un español muy correcto que ha aprendido para poder comunicarse con la familia de su prometido venezolano.
Weilerstein ha grabado con Barenboim y la Staatskapelle de Berlín el Concierto Elgar y los conciertos para cello de Elliot Carter. Es la primera vez que Decca ficha a un intérprete de violonchelo en 30 años y, por supuesto, también que el director argentino-israelí vuelve sobre los pasos del concierto, que su primera esposa convirtió en leyenda, a través de una nueva grabación. "Nos conocimos por primera vez en 2008 y toqué el concierto de Dvorák para él, solo para aprender un poco más. La persona que me lo presentó (un director israelí) me dijo que debía mostrarle también el Concierto Elgar. Me negué. Cualquier otra obra sí, pero ¡nunca Elgar. Para mí Jacqueline du Pré es una diosa. Pero esta persona insistió. Me dijo que nadie conoce la pieza como Barenboim. Lo pensé mucho y acepté."
Tocaron la obra. El maestro al piano. Terminaron, hablaron y el director le pidió que volvieran a repetirlo. Esta vez, con la Filarmónica de Berlín en el Concierto Europa. "Me quedé completamente en shock." Un año más tarde, firmaron el acuerdo con Decca para la grabación. Una rúbrica profundamente simbólica también por ese carácter de aprobación del maestro a la heredera que incluía el momento.
Así, abordaron con más detenimiento una obra plagada de emociones biográficas muy delicadas. ¿Complicado? Y ahí Weilerstein se traba, suspira e intenta evitar el tema. "Es una, ... no, si... es difícil hablar de esto. Es algo muy intenso." La conversación en torno al Concierto Elgar se mantuvo siempre en el plano estrictamente musical. Barenboim, como ya había hecho en su grabación con Du Pré, encauzó la interpretación hacia un sonido más germánico que el de la histórica de John Barbirolli con su difunta esposa para EMI en 1965. "Barenboim es muy interesante y genial porque no pretende cambiar la naturaleza de un intérprete. Después de estas sesiones soy una mejor versión de mí misma, pero sigo siendo yo."
Pero Weilerstein no es solo eso. Ni tampoco lo sería únicamente porque lo dijese Barenboim. También se pronunció sobre su exuberancia musical el compositor Elliot Carter, fallecido a los 103 años hace algo más de dos meses y a quien visitó el pasado julio. Quería mostrarle su visión de sus conciertos para chelo (compuestos para Yo-Yo Ma hacía 10 años), también incluidos en la grabación y que funcionan como el lado sarcástico, incluso humorístico, de la trágica primera parte.
Quizá fue ésa la última entrevista que mantuvo Carter antes de morir, porque la hilarante escena quedó grabada y puede verse en la web de la artista. "Mi momento favorito del encuentro es cuando le dije que iba a tocar para él. Me contestó que encantado, pero que no iba a decirme nada porque no podía oír bien. Siete segundos más tarde ya me había hecho parar para corregirme", recuerda con una carcajada.
Pero la juventud, opina la chelista, no es un obstáculo para entender determinadas emociones que subyacen en algunas obras de madurez."La música está viva, no hay interpretaciones definitivas. No creo en eso para nada. Aunque espero seguir aprendiendo toda mi vida.".

EL BLOG OPINA